Domingo fragante tras la lluvia cuantiosa y aguanieve del sábado.
Domingo soleado y con preciosas nubes blancas de algodón. Las jaras a punto de florecer, la primavera, que la sangre altera, está ya aquí. Perfecto para andar por el frío pertinaz, aunque a ratos, tras alguna subida por esos meños de Dios, sobraba el jersey, pero no el cortavientos.
Esos meños de Dios se nos rebelaron en algunas ocasiones, y la ruta de Genaro se nos escapaba de las manos (y de los pies y de las rodillas de algunas) dando algunas vueltas de más por los campos. Por ello llegamos incluso cerca de Patones, que tenemos que visitar en próxima ocasión.
El campo precioso y vibrante, la soledad absoluta, los acuerdos democráticos muy satisfactorios, las decisiones de la jefa de la ocasión (Lubas) muy acertadas. El camino ofreció riachuelos, cortafuegos, lajas de pizarra de variados colores, vallas de madera, empinadas cuestas abajo y arriba y un atisbo de la urbe completa en la lejana línea que separa el cielo y la tierra, con sus 4 torres y su pirulí, rompiendo como hormiguitas la horizontalidad.
En total cinco horas de caminata, con la única compañía del recolector de miel que avistamos a lo lejos en unos panales (con su vestido y careta amarilla), y los encantadores ciclistas ya motorizados, que nos llevaron de vuelta a Berrueco cuando las fuerzas, la amenazante tormenta y la hora de repostar energías lo hicieron obligatorio.
Domingo soleado y con preciosas nubes blancas de algodón. Las jaras a punto de florecer, la primavera, que la sangre altera, está ya aquí. Perfecto para andar por el frío pertinaz, aunque a ratos, tras alguna subida por esos meños de Dios, sobraba el jersey, pero no el cortavientos.
Esos meños de Dios se nos rebelaron en algunas ocasiones, y la ruta de Genaro se nos escapaba de las manos (y de los pies y de las rodillas de algunas) dando algunas vueltas de más por los campos. Por ello llegamos incluso cerca de Patones, que tenemos que visitar en próxima ocasión.
El campo precioso y vibrante, la soledad absoluta, los acuerdos democráticos muy satisfactorios, las decisiones de la jefa de la ocasión (Lubas) muy acertadas. El camino ofreció riachuelos, cortafuegos, lajas de pizarra de variados colores, vallas de madera, empinadas cuestas abajo y arriba y un atisbo de la urbe completa en la lejana línea que separa el cielo y la tierra, con sus 4 torres y su pirulí, rompiendo como hormiguitas la horizontalidad.
En total cinco horas de caminata, con la única compañía del recolector de miel que avistamos a lo lejos en unos panales (con su vestido y careta amarilla), y los encantadores ciclistas ya motorizados, que nos llevaron de vuelta a Berrueco cuando las fuerzas, la amenazante tormenta y la hora de repostar energías lo hicieron obligatorio.
Cerca del Berrueco, la torre de piedra estaba a su derecha |
Paseando, paseando por el bello campo |
La charla que no falte, aquí el grupo completo en lontananza |
Belén, Lubas y María José |
Una de las primeras cuesta sorpresa |
Lubas, estudiando los papeles |
La torre de piedra del principio ya se ve pequeñita. Montañas nevadas |
Nubes, mojones de piedra, montañas nevadas |
El grupo de hoy completo |
Riachuelos nutren el campo y hay que hacer equilibrios![]() Ya muy cerquita del famoso PATONES DE ARRIBA Madrid ciudad en la lejanía |
Un bello día |