Este sábado de puente era el día ideal para emprender camino sin agobios ni gentío en exceso.
Primero el Via Crucis, hasta llegar al Monasterio de San Antonio, que llevamos con brío y ánimo, ya que nos encontramos en buena forma después de tantos recorridos que llevamos. Una maravilla.
Luego, tras tomar el camino a continuación de la cerrada curva indicada por nuestro querido Recio, llegamos a la piedra de referencia: un meño vertical con dos piedras encima, que semeja la cabeza enorme de un conejo con sus orejas. A partir de ahí nos internamos en una senda que a menudo sólo podíamos intuir gracias a los numerosos hitos que acompañaban el camino.
Matas, flores, helechos, jaras, encinas, fresnos y en general un mundo vegetal en su más variado colorido nos acompañó, y sobre todo nos vimos rodeadas de las impresionantes vistas: las paredes de piedra del Cancho Gordo y el recorte contra el cielo azul del Cancho de la Cabeza, donde se escondía el poblado arévaco del SVII antes de nuestra era, que fué ocupado más tarde en época musulmana, y con esta filiación es en el pueblo conocido (poblado moro). Privilegiado sitio.
Lo impresionante llega subiendo a la cima, donde se otea una vista de 360 grados que incluye el Cancho vecino, la ladera con el monasterio, los pueblos de La Cabrera y Valdemanco y la meseta castellana, como un mar donde se contempla el bello horizonte.
Primero el Via Crucis, hasta llegar al Monasterio de San Antonio, que llevamos con brío y ánimo, ya que nos encontramos en buena forma después de tantos recorridos que llevamos. Una maravilla.
Luego, tras tomar el camino a continuación de la cerrada curva indicada por nuestro querido Recio, llegamos a la piedra de referencia: un meño vertical con dos piedras encima, que semeja la cabeza enorme de un conejo con sus orejas. A partir de ahí nos internamos en una senda que a menudo sólo podíamos intuir gracias a los numerosos hitos que acompañaban el camino.
Matas, flores, helechos, jaras, encinas, fresnos y en general un mundo vegetal en su más variado colorido nos acompañó, y sobre todo nos vimos rodeadas de las impresionantes vistas: las paredes de piedra del Cancho Gordo y el recorte contra el cielo azul del Cancho de la Cabeza, donde se escondía el poblado arévaco del SVII antes de nuestra era, que fué ocupado más tarde en época musulmana, y con esta filiación es en el pueblo conocido (poblado moro). Privilegiado sitio.
Lo impresionante llega subiendo a la cima, donde se otea una vista de 360 grados que incluye el Cancho vecino, la ladera con el monasterio, los pueblos de La Cabrera y Valdemanco y la meseta castellana, como un mar donde se contempla el bello horizonte.
El Cancho arévaco |
Una de la vistas de la subida: el pueblo de La Cabrera e inmediaciones |
Meseta castellana, impresionante, como siempre |
La subida por el Via Crucis |
Algunos subían al Monasterio |
En la pronunciada curva en U tomamos la Senda, casi llegando al Monasterio de San Antonio |
NO era una bromita, solo quería festejar la Victoria de ver al famoso conejo de piedra. En serio |
Haciendo un poco el mongo: yoga facial: careto del león |
Las Grecas |
El Recio conejo guió el recorrido |
Según bautizamos elegantemente esta excursión; El Conejo de la Cabrera jajaja (fue la Marijose) |
¡Nos sirvió de referencia también a la vuelta! |
Cancho de la Cabeza, por el que vamos a subir (terminología nueva para nosotras) |
Cancho Gordo Según la RAE: cancho
nombre masculino 1. Piedra muy grande.
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Tal como describen las fuentes, las piedras del Cancho semejan piel de elefante. |
Los charcos desde lejos parecían espejos |
Durante todo el ascenso las vistas son espectaculares. |
El poblado arévaco: las ruínas constituyen únicamente unas piedras amontonadas |
El poblado está casi en la cima del Cancho, donde se vigila todo el entorno en muchos km alrededor |
Jardincillos arévacos lubianos |
Panorámicas |
Vuelta con nuestra referencia |
Los árboles, que susurran con el viento. Y se mecen las copas de preciosa manera |
A veces el Cancho Gordo parece La Pedriza |
Horizonte meseteño |
Encontramos el Monasterio cerrado a la vuelta: había pasado la hora de la misa |
Viendo horario para la próxima vez |
Cruz del Monasterio |
¡Halloween visitó el campo! |
El olor de la higuera merece mención |
También la merece el bar Machaco y su horno |
Siguiente fase, ya con la familia: comida en Algete, en El Encuentro. |