TERUEL MASÍA PELARDA

Tras la épica aventura sidecarizada, convenzo a los dos maromazos para dar una vuelta por los alrededores de la Masía, cuyo entorno promete, y promete mucho. No defraudó.
Accedemos al cauce seco del río (allí le llaman rambla) por un camino sembrado de  piedra gorda rompetobillos.
Ya en la propia cuenca, los guijarros, los meños,  y las piedras planas de pizarra escalonada obligan a un paseo tipo rodeo de obstáculos. La garganta por donde discurre la torrentera cuando llueve es impresionante, con algunas paredes pétreas verticales, a modo muralla natural. Entre curva y curva vamos avanzando contentos.
Tras la acordada media hora, la vuelta. Se decide, sin mucho entusiasmo por mi parte, subir una ladera jadeante,  para alcanzar la Masía campo a través.
Entre pequeñas lajas planas (clavadas a modo vertical en este caso), matorrales, robustos árboles, sus raíces, y algún que otro disparo lejano, vamos cruzando una finca cazadora, con cartuchos sembrando el suelo aquí y allá. Muy tranquilizador.
Pero tras la emocionante y breve travesía, y bajando un empinado terraplén de tierra, con Dios y ayuda, alcanzamos un camino, que nos lleva de retorno a la Masía, alcanzando un corto recorrido de unos 3 km y ¡22 pisos!

























Diversos momentos en el cauce seco










Por fin una foto de los tres






Arriba de la ladera

Buscando la vuelta a la Masía



Retorno, una vez descendido el terraplén con Dios y ayuda (uno y otro)



El día era perfecto, con nubes y chubascos dispersos (acento galleguiño). El sol no agobió.







        Ojalá funcione este vídeo, pequeñísimo testimonio de la gesta de 180 km en el sidecar por los montes el día anterior. Una auténtica proeza que siempre agradeceré a los expertos, valientes, y hábiles  conductores, que turnaban su pericia a los puestos de manillar y copiloto. Qué felicidad.