Desde Santo Tomás, y animados por la salida desde el maravilloso Es Bruc, emprendimos una marcha playera que terminaría con el merecido baño al final de la excursión.
Pasamos primero por la auténtica caseta de los que saben disfrutar de la tranquilidad del mar, tomando un agradable camino con algunas pendientes muy llevaderas, y rodeado de bosques muy sugerentes, con plantas y pájaros de muchos tipos, que retrotraían a sonidos selváticos y ancestrales (a Miche le inspiró evocaciones homínidas incluso).
Aunque esperada, la cueva es sorpresa: por su tamaño, belleza y valga la expresión, reconditez.
Si: un recurso no saturado, no esquilmado y definitivamente emocionante y evocador de tiempos pretéritos y contacto hombre-naturaleza. Aromas y sonidos, sombras y luces.
Precioso todo.
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A punto de salir |
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Ellos si que saben |
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Caminito que andarás |
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Qué guay |
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Yo creo que funciona |
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Exploradores boscosos |
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La llegada |
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Autofoto ante la magnitud de la cueva |
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Pequeños humanos |
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Pequeñitos |
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Nueva autofoto desde la entrada hacia el bosque |
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Desde el fondo de la cueva, intentando ver la segunda sala |
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Grupo de sapiens |
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Vuelta después del baño |
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Fotaza |
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Animados ante la perpectiva de Es Bruc
Efectivamente, tal fue la animación, que decidimos encaminar nuestros pasos al AERÓDROMO de San Luis, donde se planea celebrar una monumental CODINADA. Aquí echando los restos con la familia política en un lugar muy especial.
Sitio que en ese momento se hallaba amenizado por un animado grupo de ingleses cantarines, una especie de coro´gospel de canciones de los ochenta y noventa. Muy entretenido oír sus voces lejanas desde las pistas de aterrizaje |
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La barbacoa de la Codinda al fondo |