RISCOS Y VALLES DE VALDEQUEMADA. 2015 septiembre

Quedamos un bello día de septiembre en Pozuelo, con intención de visitar a la vuelta de la excursión a la Caminanta Belén, que se está de baja por rotura de la pierna :(

Nuestras intenciones se vieron truncadas, como se verá a continuación.

Tras un peque-viaje de 1 hora hasta el linde de la provincia de Ávila, llegamos a la recóndita Valdemaqueda, pasando por bonitas carreteras secundaria, y por pueblos de sonoros nombres, como Robledo de Chavela, Fresnedillas de la Oliva, Navalagamella y Valdemorillo.

Llegada al pueblo, insisto, casi al borde de la Comunidad de Castilla-León, y tras desechar la visita a un pequeño rastrillo, pues ya la hora era tardía (11,30 pasaditas), nos adentramos en el camino siguiendo con atención las indicaciones de nuestro amigo RECIO (editorial Desnivel).

Ni un alma por esos bosques y montes, paseo tranquilo y con ambiente de verdadera naturaleza sin esquilmar. Una delicia.

Aventurilla con rebaño (diria gran manada) de cabras, que nos hicieron apartar del camino para contemplar a gusto tal portento: calculamos más de 1000 cabras en desordenado tropel. Iban acompañadas de dos perros pastores, que nos enternecieron por esperar con paciencia hasta la última de las cabras más lentas o despistadas.

Tras contemplar los dos valles desde los altos riscos donde no apostamos, empezó la GRAN CAMINATA: para volver por el margen del río oportuno dimos vueltas y revueltas, amenizadas por un bocadillo. Confiando en nuestra hábil lectura de mapas y en la mencionada guía, insistimos hasta lo esforzado y prudente, sorteando el incipiente mal humor con sabiduría y gracejo.

Finalmente, a las siete de la tarde, consentimos en conectar el mapa del Iphon, que casi estaba sin batería, para que nos guiara, y por fin llegamos a la granja indicada en nuestro buen RECIO, desde donde reetomamos camino hasta el prometido puente romano, casi al final de la ruta pretendida.

Ya con paso cansino, pero contentas, fuimos afortunadas, pues vimos maravilladas como un coche que salía de la granja nos adelantaba, pero 100 m por delante, paró, y la joven pareja que iba dentro nos invitó a terminar ruta con ellos. Incluso nos enseñaron en el ansiado puente romano, con lo que el final fue feliz.
Con ellos nos informamos de las 1000 cabras eran 300, lo que nos pareció justo.

Para remate de tan gran día, mucha agua, una caña y el resto del bocata de la comida nos restauraron  plenamente, con lo que emprendimos camino de vuelta con animación. Lamentablemente el hecho de ir a ver a Belén,  que habíamos planeado con tanta ilusión tuvo que ser pospuesto al siguiente fin de semana, cuando nos resarcimos muy bien de aquella visita fallida.



LOS DOS VALLES, impresionante!


muchas cabras llevaban cachorritos de cabra, acababan de parir


nos pertrechamos con palos por si las cabras al fondo se ve uno de los valles

y aqui el otro

vuelta, cerca ya de la granja

precioso puente romano
acabó la aventura!