Domingo 10 febrero 2013
Tras civilizado paseíllo por los jardines de la Casita del Príncipe en el Escorial, cruzamos imponente reja, divisamos el Monasterio y nos sentamos en la Silla del Rey Prudente.
Allí el lugareño Francisco nos enseñó la tortuga de piedra y nos indicó un camino precioso para llegar a Las Machotas. Llegamos a la primera, divisando al monje lector en el horizonte de la ladera y traspasando la puerta giratoria del muro campestre, viéndose al final grandes extensiones de la sierra de Madrid, así como de través. Vientecillo serrano y sudores por lo empinado del camino, que pasa a los anales con un sobresaliente. A la vuelta camino con ermita, y finalmente parada reconfortante bien merecida!
Tras civilizado paseíllo por los jardines de la Casita del Príncipe en el Escorial, cruzamos imponente reja, divisamos el Monasterio y nos sentamos en la Silla del Rey Prudente.
Allí el lugareño Francisco nos enseñó la tortuga de piedra y nos indicó un camino precioso para llegar a Las Machotas. Llegamos a la primera, divisando al monje lector en el horizonte de la ladera y traspasando la puerta giratoria del muro campestre, viéndose al final grandes extensiones de la sierra de Madrid, así como de través. Vientecillo serrano y sudores por lo empinado del camino, que pasa a los anales con un sobresaliente. A la vuelta camino con ermita, y finalmente parada reconfortante bien merecida!
