Tras pasar el infierno, aunque amenizado por descansos con pájaros carpinteros, llegamos a una cómoda y apasaisajada pista, sin llegar a volar como el águila.
Tras esta pequehazaña, festejamos la primavera en Los Frutales, posada memorable, donde hay que volver.
En el otoño que viene nos espera el purgatorio...
Para oír a nuestro pájaro loco (suena justo al final)
Vista del cielo desde el suelo
Pista apaisajada con figuras
Más figuras
Tirolesa y gorrilla
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